sábado, 25 de abril de 2009

Objetivo logrado

El año pasado me propuse ir al menos una vez al gimnasio durante 2008. No lo logré.
El 1 de enero de 2009 volví a decir lo mismo, y que lo haría en enero. Volví a fallar, pero hoy por fin he ido al gimnasio. Lo único bueno es que no pago una cuota mensual, sino que compré un bono de 10 pases la semana pasada, por lo que si no voy al gimnasio, como mínimo no me quitan pasta cada mes. Eso es lo bueno, y conociéndome... mejor así, siempre estoy a tiempo de abonarme.

He ido a hacer piscina, directamente. El primer largo ha ido bien, he llegado, he descansado un momento y a por el segundo. Y en mitad del segundo creía que no sería capaz de finalizarlo, mis piernas y brazos han empezado a quejarse. ¡Cómo cansa nadar! Sobretodo cuando llevas diez años de inactividad (que se dicen pronto). Al final he hecho diez o doce largos y he aprendido que cuando nado de espaldas mis brazos no impulsan mi cuerpo y todo el trabajo lo hacen las piernas (estoy corrigiéndolo). He salido de la piscina y me he ido a la sauna (la seca) y no sé si habré aguantado dos minutos en ella, lo suficiente para pensar que me iba a achicharrar viva ahí dentro. He salido, relax al lado de la piscina unos cinco minutos y me he metido cautelosa al jacuzzi, a que los chorros de agua machaquen mis michelines.

Tengo ahora mismo el cuerpo entre dolorido y anestesiado, quejicoso porque mis músculos estaban muy acostumbrados a la inactividad. He visto que los sábados por la mañana hay muchos papás y mamás con bebés en una piscina aparte, algunos jubilados y muy pocos cuerpos danone. Y la verdad, una se anima, porque si voy con mis malas formas físicas y me encuentro que todos han sido sacados de escuelas de modelos... pues cómoda no habría estado.


Hace unas semanas me di cuenta de que necesitaba ir al gimnasio por salud. Al ir a mi clase de inglés, para la cual hay que subir tres pisos de escaleras, al llegar arriba llevaba el corazón desbocado por el esfuerzo. Por tres pisos de escaleras, ejem, a este paso el día que se me estropee una escalera mecánica del metro voy a entrar en shock nervioso. Así que por salud, y por estética también, me he propuesto ir al menos una vez por semana. Ahora con el subidón de haber hecho ejercicio me autoprometo que voy a seguir haciéndolo. Veremos cuánto dura.

Por ahora, me voy a comer fuera con mi marido para celebrar que los dos hemos ido al gimnasio tras años de inactividad. Procuraré portarme bien al pedir mis platos :P

PD. Ninguno de los gorros es mio (es blanco liso). Pero el del cerebro me ha parecido muy apropiado por hacer deporte con cautela. Los otros cuatro me han encantado, lástima que no me van a combinar con mi bañador rojo :D

viernes, 24 de abril de 2009

Cuántas veces se puede decir celíaco en dos minutos

Gracias a Caminar sin gluten he visto un vídeo del programa "Tengo una pregunta para usted" de TVE, donde el invitado era Josep Antoni Duran i Lleida. El último turno de preguntas fue para Núria Balaguer, madre de un niño celíaco, que hizo cuatro preguntas.

Una de ellas es si sabía cuánto cuesta un kilo de harina sin gluten (guiño absoluto al café de Zapatero) y la que me pareció importante, ¿por qué no se subvenciona nuestra medicación (comida especial) cuando en la mayoría de países europeos sí se hace?

Yo apenas consumo harina sin gluten, pero sí compro pan y pasta, y puedo hacer una sencilla lista de precios de lo que pago:

- Pan de molde 330gr. Entre 3,5€ y 5€
- 250 gr. de pasta (macarrones, fusilli, fideos,...). 3,95€
- 8 magdalenas. Entre 3€ y 4€

¿Podéis compararlo con los precios sin gluten?

He de decir que soy celíaca desde hace más de 30 años, y que en mi infancia el pan sin gluten era tan malo que no quería comerlo, por lo que todas las comidas las hago sin pan. Con esto quiero decir que si mi consumo de pan es bajo (aunque el gasto es alto) no me quiero imaginar qué pasa con aquellas personas que les gusta comer pan en todas las comidas.

Por último, dar las gracias a Núria por lograr que un político diga en TV la palabra celíaco más veces en un minuto y medio que el total de veces que lo habrá hecho en el resto de su vida. Y gracias a Lorenzo Milà, presentador del programa, por dar la oportunidad a Núria de expresar sus preguntas.

Núria, gràcies de tot cor.




viernes, 3 de abril de 2009

¿Cosas que cuestan mucho de cambiar?

Últimamente estoy un muy quejicosa, pero es que hay cosas que no entiendo.
La pasada semana operaron a mi hermano de urgencia, vamos, fue llegar de noche con un dolor y en cuanto lo atendieron unas horas después, directo al quirófano. Por suerte fue una pequeña intervención y únicamente pasó un día ingresado. Pero lo suficiente como para detectar que hay cosas que lamentablemente no cambian.

Hace más de diez años pasé tres eternas semanas en un hospital, y pude descubrir que es el servicio de preparación de comidas interno era NEFASTO. Pasé dos semanas en las que la mayoría de los días comía y cenaba exactamente lo mismo, y todo se resumía a verdura hervida y pescado al vapor o carne a la plancha. Incluso cuando a los demás les traían arroz o tortilla de patatas, yo seguía teniendo verdura hervida. Yo me encontraba mal física y anímicamente, y el hecho de que la comida fuese repetitiva e insípida no ayudaba que digamos.
Una noche me trajeron sopa para cenar... ¡sopa de fideos! Mi compañera tenía menú especial sin sal, y no tenía sopa esa noche. Yo ilusionadísima con mi sopa, la remuevo para enfriarla, y mi madre callada y sospechando... hasta que cuando la iba a probar me dice que no se fía y que iba a preguntar. Recuerdo decirle "mamá, llevo muchos días aquí, ¿cómo va a ser con gluten?". Pero ella es muuuuy desconfiada y se fue a preguntar. Y sí, en un hospital en el que llevaba varios días y conocían de sobras mi celiaquía, me habían traído la sopa con gluten. Además tardaron más de dos semanas en proporcionarme pan sin gluten, y durante todos esos días mis padres me lo iban trayendo por su cuenta porque el propio hospital no sabía qué ofrecerme de desayuno... me daban las tarrinas de mantequilla y mermelada... digo yo que para que me la untase en la mano. ¿A un diabético lo tendrían también sin insulina? Sí, pensaréis que yo puedo vivir sin el pan, pero ¿es necesario estar así dos semanas?

Después me enteré que en el servicio de nutrición había una suplente, y cuando regresó la directora del servicio la cosa cambió: adquirieron productos sin gluten, empezaron a darme arroz y pastel de patata con carne (todavía recuerdo lo bueno que me estuvo ese plato) y carne guisada y flanes...

La pasada semana fui a visitar a mi hermano al mismo hospital, y estaba cenando a las 20.30h pasadas cuando el horario habitual es a las 19.45h. Tenía un plato de lechuga (no era ensalada, era sólo lechuga) y una pechuga de pollo a la plancha seca de tan hecha como estaba. Esa fue su cena, no reclamo una cena de lujo, pero ¿un poco de tomate con la lechuga, y un poco de pepino quizá? Pero lo que me indignó fue el por qué tomaba la cena una hora después que los demás: cuando le trajeron la primera bandeja de primero tenía sopa de fideos. ¿Lo adivináis? Con gluten, por supuesto. Y al día siguiente desayunó el pan que le habían llevado mis padres porque, otra vez, el hospital no tenía nada sin gluten que ofrecerle.

Pude comprobar, desgraciadamente, que una década después todo sigue igual. Y yo me pregunto: ¿cuántos celíacos ingresan de media en uno de los hospitales más grandes de Barcelona cada mes? Estoy segurísima de que hay varios cada mes, ¿tanto cuesta tener pan y pasta sin gluten para ellos? ¿Tanto cuesta tener un experto en nutrición que no se quede bloqueado y sin ideas cuando tiene un paciente celíaco? ¿No puede haber un menú anotado para pacientes con alergias o intolerancias alimentarias en caso de que el "experto" no esté? Me gustaría saber si a los intolerantes a la lactosa les dan vasos de leche, o a los intolerantes a la proteína de huevo les dan tortilla por defecto, o a los diabéticos azúcar en vena...

Y es que tanto INEPTO en un servicio público me parece insultante.