lunes, 14 de julio de 2008

Poooobre de miiii

Se han acabaaaao las fiestas de San Fermiiinnn


Y eso que NUNCA he estado en ellas, pero me apasionan. De bien pequeña mi padre me levantaba para ver el encierro, y yo saltaba de la cama a verlo entusiasmada. Pasó lo mismo con mi hermano, y ahí estábamos los tres viendo el encierro a las 8 de la mañana, cuando ya teníamos vacaciones escolares.

Este año comencé viéndolo en Cuatro, y el primer día se dedicaron a comentar el encierro en directo diciendo lindezas del tipo "uy uy uy ese mozo qué voltereta" y demás. Supongo que alguien les dijo, con gran acierto, que se callasen, porque el encierro hay que verlo en silencio, con el sonido de los toros golpeando el suelo al principio, y el jaleo de los mozos y mozas después en sus carreras.

Y precisamente fue en Pamplona donde descubrí que soy antitaurina al ver un cartel de un joven con banderillas en la espalda y echando sangre por la boca. Sí, a pesar de que entiendo a los que les gusta el arte taurino, considero que no se debe torturar a un toro y formar de ello un espectáculo. Mi tío-abuelo Julián fue un gran apasionado de los toros y no puedo dejar de recordar tantas tardes de toros vistas con él en la TV. A veces es complicado conciliar tus creencias y tus recuerdos de infancia.

Y a pesar de todo esto (o gracias a esto) me entusiasman los encierros porque lo considero justo: seis toros y seis cabestros corriendo, y los mozos "armados" con un periódico doblado. El toro tiene sus más de 500 kilos y unos cuernos letales; el hombre su velocidad y su inteligencia para zafarse del peligro.

Sigo siendo puntual a mi cita con los encierros cada año, y mi hermano lo es pero en la propia Pamplona (no falla el fin de semana desde hace tres o cuatro años). Y me gusta verlos en silencio, con el respeto que merecen.

Así que hoy canto con toda Pamplona: pobre de mi.

sábado, 5 de julio de 2008

Barreras "arquitectónicas" invisibles

Hoy he leído una crítica en La Vanguardia sobre el festival Rock in Rio celebrado en Madrid. Aparte de lo curioso del nombre (¿acaso es en Río?) el autor ha dicho que había poco de rock. Pero a mi lo que me ha llamado la atención es que ha dicho que no dejaban entrar ni comida ni bebida al recinto, así que todo lo tenías que comprar dentro.

Cito textualmente: "Si vas a Rock inRio, come antes. No solo por las colas de miles de personas que matarían por un hot dog, sino porque cuando logras el ansiado bocadillo, compruebas que lo que tienes entre tus manos no sabe a salchicha, ni mucho menos, está caliente."

Un hot dog. Estupendo. ¿Había algo más? Lo dudo, y esto hace que un celíaco no pueda ir a un festival de este tipo sin haber comido antes y con el conocimiento de que una vez dentro NO PODRÁ COMER ABSOLUTAMENTE NADA. No dejo de banda a los diabéticos, que tendrán un problema similar con los refrescos (dudo que tengan algo sin azúcar) y su opción es comprar agua a precio de oro.

Las organizaciones de estos festivales deberán tener sus razones para no dejar entrar comida ni bebida, pero supongo que estas motivaciones son exclusivamente económicas. Pues que sepan que están discriminando a los colectivos con problemas alimentarios, entre ellos el celíaco. Es lamentable.

Algo similar pasó en el Fòrum en Barcelona, en los primeros días no dejaron entrar ningún tipo de comida ni bebida, ¡hasta requisaron una botellita con agua para el biberón de un bebé!. Envié una queja y me respondieron que iban a eliminar la prohibición, pero fue suficiente razón como para decidir no visitar esa exposición.

Total, para ver los guerreros de Xi'an, decidí verlos en su emplazamiento original. ¡Impresionantes!

jueves, 3 de julio de 2008

¡Menudo despiste!

El sábado pasado organizamos improvisadamente una reunión de amigos para jugar a juegos de mesa. Al final se presentaron los cinco, incluido nuestro amigo Chu, quien llegó más tarde y se sentó en el sofá a esperar que acabásemos de jugar una partida comenzada. Le ofrecimos algo de beber (tarde, cierto, pero lo hicimos antes de que se deshidratase) y al cabo de un rato saca de entre los cojines del sofá un cartón... una caja plegadita... ¡¡¡de unos calzoncillos!!! :O La cajita no dejaba lugar a dudas porque tenía una foto muy parecida a esta.

Chu dijo "ejem... ¿qué demonios hace esto aquí?" y la verdad es que ni mi marido ni yo logramos recordar cuándo ha podido ir a parar ahí y ni mucho menos cómo :| En fin, ya puedes esmerarte en limpiar la casa y liberar el perchero de los mil abrigos que siguen ahí colgados con el calor sofocante que cae, esconder los mil cachivaches del baño y adecentar medianamente el salón, que al final encuentran la aguja en el pajar o la cajita plegada de los calzoncillos nuevos...

El único consuelo es que fue la cajita y no el contenido :D